Día 12: La misericordia de Dios: nuestros pecados son una gota en el océano de su misericordia.
Una vida sin Él pronto se convierte en una vida sin dirección ni propósito. Su sacramento de la Reconciliación es un sacramento de gran misericordia, en el que se restaura nuestra relación con Él. Nunca debemos permitir que el orgullo nos aleje de esa hermosa fuente de misericordia.
Jesús dijo a sus apóstoles en el Evangelio de Juan 20:23: «A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a quienes se los retengáis, les serán retenidos». Prestad especial atención a la última parte: Jesús no dio permiso a cualquier persona e e y corriente para retener los pecados. Se dirigía específicamente a sus apóstoles. A través de la sucesión apostólica, esta autoridad para perdonar o retener los pecados ha sido confiada al sacerdote. Todos los sacerdotes descienden de un apóstol, eso es lo que significa la sucesión apostólica. Es un don extraordinario para la humanidad.
Virtud de hoy:
Confiar en la misericordia de Dios, porque es un gran don que Él nos da.
Confía en las palabras de Jesús a Santa Faustina, donde enseña que «nuestros pecados no son más que una gota en el océano de su misericordia».
Miqueas 7, 19: «Volverá a tener compasión de nosotros, pisoteará nuestras iniquidades. Arrojará todos nuestros pecados a las profundidades del mar».