Dia 33: Acto de consagración a Jesús por medio de María:
Yo, pecador arrepentido, ________, me encomiendo a las manos misericordiosas de la Madre de Jesús, de la misma manera que Cristo se encomendó a ella.
Entregaré todo mi ser:
todas mis ansiedades,
todas mis inseguridades,
todo lo que soy
y todo lo que deseo ser,
me entrego a los mismos abrazos en el que Cristo se entregó a sí mismo.
Cristo, que es el Alfa y la Omega,
Aquel a quien todo el universo no podía contener,
en un gran acto de humildad, eligió contenerse a sí mismo en el seno de María.
Ese fue el primer acto de consagración a María.
Porque si la tierra se hizo completa y santa al tener a Jesús caminando sobre ella,
cuánto más santo fue el vientre que lo llevó.
Jesús podría haber entrado en el mundo sin la cooperación de la humanidad,
pero eligió basar su venida en el «sí» de una mujer humilde.
Al hacerlo, nos concedió a todos una gran y inmerecida misericordia:
una Madre de carne y hueso a través de la cual Dios se unió a la humanidad.
Porque si María es la Madre de la Cabeza de la Iglesia, Jesucristo,
entonces también debe ser la Madre de Su Cuerpo.
Así que hoy, yo, ________, me encomiendo a esta misma Madre
a quien Dios Padre encomendó a Su Hijo unigénito.
Ella es la única persona que fue testigo de la vida de Cristo desde el principio hasta el final,
desde el silencio de Nazaret,
hasta el dolor del Calvario,
hasta la gloria de la Resurrección,
y me pongo bajo su cuidado maternal,
para que ella me conduzca cada vez más perfectamente a su Hijo.
-AMÉN-